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Tradición: El adobe está vivo

• En un rinconcito de Santo Domingo de Heredia, una arquitecta lucha por rescatar la tradición del adobe, material del cual están hechas las emblemáticas casonas domingueñas.

FUENTE: La Nación. Proa.
FECHA: Domingo 12 de setiembre de 2010
DIRECCIÓN: http://www.nacion.com/2010-09-12/Proa/NotasSecundarias/Proa2512738.aspx
AUTOR: Ángela Ávalos | This e-mail address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it

No más pasar por alguna calle de Santo Domingo de Heredia, saltan a la vista las hermosas casonas de adobe.

Podría afirmarse, con toda seguridad, que esas casonas son un símbolo distintivo de este pueblo herediano.

Para desgracia del patrimonio histórico y arquitectónico de nuestro país, muchas de esas viejas estructuras han desaparecido bajo el peso del tractor y han dado paso a construcciones menos señoriales.

Algunas personas podrían considerar inevitable el avance de la modernidad a costa, incluso, de la pérdida de las costumbres de nuestros antepasados. Otras, como la arquitecta María Bernardette Esquivel, opinan que es imperativo hacer algo para que la tradición del adobe no muera con cada casona que cae.

Al fondo del inmenso jardín de su casa de adobes, ubicada 75 metros al sur de la Cruz Roja de Santo Domingo, María Bernardette se ha encargado de montar un taller donde enseña a niños, adultos, ingenieros y arquitectos, lo que es trabajar con los pesados bloques de adobe como se hacía en tiempos de nuestros bisabuelos.

La familia de María Bernardette compró la casona hace 30 años. Las vueltas del destino la obligaron a dar mantenimiento al adobe centenario de su hogar. Fue así como comenzó a estudiar el material y a comprender la importancia de su rescate y conservación.

Muchas veces, su esfuerzo parece ir contra corriente, pero bien que ha valido la pena cuando observa a estudiantes y a maestros sorprenderse ante la belleza y la bondad del adobe, y maravillarse al conocer la importancia que este rústico material ha jugado en la historia nacional.

Entrevistando a gente de campo, María dio con la forma de fabricar el adobe. Este material resulta de mezclar tierra arcillosa y pitilla, un pasto o maleza que se encuentra a la orilla de las calles y en lotes baldíos.

Batiendo la mezcla por varios días, en un proceso que puede tardar hasta un mes, se forma una pasta compacta que dará vida a los bloques de adobe.

Los bloques, ordenados luego de diferentes formas y pegados con ayuda de barro y hasta de boñiga, darán forma a paredes de salas, cocinas y dormitorios de la misma manera en que se hizo cuando dominaban las grandes haciendas cafetaleras.

“Los niños vienen a aprender qué es una casa de adobes, logran reconocerlo, y después salen a la calle a hacer un inventario de las casas construidas con ese material”, explicó María Bernardette.

Estos chicos forman parte del programa Portadores de Tradiciones, a cargo de la Dirección de Cultura de los ministerios de Cultura y Educación.

En Santo Domingo, esos chiquitos se convertirán en transmisores de la tradición del adobe. En otras partes del país, otros grupos de menores están aprendiendo tradiciones culinarias y musicales.

La idea de esta arquitecta –quien se ha convertido en colaboradora habitual del municipio domingueño– es ver a su comunidad liderando esta faceta del turismo cultural.

El sueño de María Bernardette y su taller es sembrar en las nuevas generaciones el amor y el respeto por las costumbres heredadas de los abuelos.

Ojalá la semilla crezca para evitar que otras casonas señoriales –en Santo Domingo y en otros lugares de Cpsta Rica– caigan bajo el peso de una malentendida modernidad.

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