UNESCO, esferas de piedra de Costa Rica y patrimonio mundial |
Ifigenia Quintanilla, arqueóloga Recientemente, la Presidenta de la República de Costa Rica, Doña Laura Chinchilla, mantuvo una reunión con la Directora General de la UNESCO para ratificar el interés del gobierno para que "las esferas de piedra sean declaradas patrimonio mundial". Al leer lo que publicaron algunos medios de comunicación como La Nación, La Extra o la web de Amelia Rueda queda la impresión de que está dependiendo de UNESCO que se le otorgue a las esferas precolombinas este reconocimiento. Esta es una verdad a medias, porque efectivamente es la UNESCO la que otorga la declaratoria a través de su Comité de Patrimonio Mundial, pero es responsabilidad de cada país presentar un expediente de candidatura, el que será evaluado en distintas instancias de esta organización internacional y otros organismos colaboradores. A la fecha, nuestro país no ha presentado ningún expediente, así que no se puede esperar ninguna aprobación sin antes cumplir con el proceso. La declaratoria de patrimonio mundial se basa en la singularidad de las esferas Hasta ahora, la UNESCO ha otorgado 936 declaratorias como patrimonio mundial. De éstas,183 son patrimonio natural, 725 son patrimonio cultural y 28 son patrimonio mixto (cultural-natural) (http://whc.unesco.org/en/list/). Costa Rica posee tres declaratorias en patrimonio natural (Isla del Coco, Parque Internacional La Amistad y Parque Nacional Guanacaste). También recibió el reconocimiento como patrimonio inmaterial de la humanidad la práctica del boyeo y la carreta. Esto indica que ya existe experiencia previa, y que salvo la candidatura del Parque Nacional Corcovado que fue rechazada, las otras postulaciones han sido exitosas. Tan exitosas que en ningún caso ha entrado en la lista de patrimonio en peligro, una categoría a la que caen los bienes declarados patrimonio mundial que no cumplen con los compromisos adquiridos. Volviendo al tema de las esferas, me sorprende la poca claridad con que se ha venido manejando la información sobre la candidatura. A ciencia cierta casi nadie – ni a nivel político, ni de la administración pública, mucho menos el ciudadano común- parece conocer qué es lo que Costa Rica está proponiendo a UNESCO. Tampoco parece estar muy claro qué es lo que hay que hacer para cumplir con los requerimientos de una candidatura como esta. En el 2001 nuestro país incluyó en la Lista Tentativa del Patrimonio Mundial el proyecto "Plenitud bajo el cielo: el parque arqueológico de las esferas de piedra precolombinas". La inclusión en esta lista fue el primer paso del proceso de candidatura. Lo que venía a continuación era preparar el expediente de candidatura para presentarlo al Comité del Patrimonio Mundial. Desde que se incluyó la candidatura en la Lista Tentativa del Centro de Patrimonio Mundial de UNESCO hace más de 10 años el planteamiento ha cambiado tres veces. Primero fue "Plenitud Bajo el cielo: Parque arqueológico de esferas precolombinas". Esta propuesta no atendía a los principios fundamentales de integridad y autenticidad por lo que fue necesario replantearla. La segunda propuesta fue la de enfocar la candidatura bajo el concepto de Paisaje Cultural por recomendación del Centro de Patrimonio Mundial. Se propuso entonces el "Paisaje Cultural Delta del Diquís (Arqueología y cultura bananera)". Entre el 2005 y el 2009 se trabajó esta perspectiva, pero tampoco logró formalizarse. En el 2010, y bajo el amparo del mismo Centro de Patrimonio Mundial se re-enfocó la propuesta de candidatura, esta vez bajo el paraguas de la Iniciativa Temática "Patrimonio Mundial y Prehistoria". Este replanteamiento coincidió con la reunión de expertos invitados por UNESCO y el gobierno de Costa Rica en marzo del 2010 (International Meeting on the Comparative Analysis of the Archaeological Site Delta of Diquis). Una reunión donde los expertos reconocieron que los sitios con esferas de piedra del Sur de Costa Rica o del Diquís tenían un valor excepcional y que era válido someterlos a la lista de patrimonio mundial. A partir de entonces, una comisión de funcionarios del Museo Nacional de Costa Rica ha venido trabajando en definir un conjunto de sitios arqueológicos con esferas en su lugar original que mantienen su integridad y su autenticidad y que ejemplifican los distintos contextos y sentidos de las esferas. Esta es la propuesta actual. Sobre ésta es la que se requiere elaborar el expediente de candidatura. Sin éste no hay declaratoria. Pero para poder presentarlo se requieren toda una serie de acciones que involucran al gobierno central, a los gobiernos y comunidades locales y a otros actores importantes vinculados al patrimonio cultural y al desarrollo socio-económico de la región. El expediente de candidatura no es un mero trámite burocrático. No es cosa de un año o dos –salvo que previamente el país haya dedicado muchos esfuerzos a la investigación, conservación y puesta en valor del patrimonio-, es un largo proceso que implica una gran inversión de recursos económicos y humanos. Es un proceso de toma de decisiones técnicas altamente especializadas, de toma de decisiones políticas con compromisos de corto, mediano y largo plazo y de adecuación del marco legal y administrativo para garantizar el cumplimiento de los compromisos adquiridos ante la comunidad internacional. Hace unos meses la encargada de asuntos culturales de una Embajada de Costa Rica en un país europeo me preguntaba: ¿Contra quién competimos en la candidatura ante UNESCO? Mi respuesta fue que competíamos contra nosotros mismos, que competíamos por ser competentes en la gestión de nuestro patrimonio. Le dije que teníamos que elaborar planes estratégicos acordes con los tiempos actuales, que teníamos que cambiar nuestra maneras de hacer arqueología y de transmitir el conocimiento, que teníamos que trabajar mano a mano con las comunidades locales para que el patrimonio adquiriera un nuevo valor social gracias a los beneficios que podía aportar si estaba bien manejado. Sin esto no hay candidatura que valga, por más grandes, más redondas y singulares que sean las esferas. Muchos gobiernos aspiran a las declaratorias de patrimonio mundial por lo que aportan en términos de prestigio político y por el beneficio a las economías locales, especialmente en el turismo. Una declaratoria de patrimonio mundial otorgada por UNESCO es un reconocimiento tanto al bien propuesto como al país por sus esfuerzos en la investigación, conservación, protección y puesta en valor de ese patrimonio. En el caso de los sitios con esferas de piedra el gran reto es demostrar que, a pesar de lo irresponsables que hemos sido con estos objetos y los sitios arqueológicos donde estaban originalmente, que a pesar del olvido al que estuvieron sometidas hasta hace pocas décadas, ahora hay conciencia clara sobre el valor de esta singular manifestación humana. Y que este valor está construido a partir de una solvente y clara investigación científica –factor clave en una declaratoria-, de un cuido y protección adecuadas y de su incorporación en las estrategias de desarrollo humano, especialmente en beneficio de las poblaciones más desfavorecidas. FUENTE: Drama de las Esferas *
|