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Edificios resguardan el pasado arquitectónico de Turrialba

• Recorrido por inmuebles declarados patrimonio
• Edificaciones históricas presentan diferentes niveles de conservación
• Los materiales más utilizados son la madera y el hierro galvanizado

FUENTE: La Nación. Aldea Global, p. 18-19 A
FECHA: Domingo 13 de marzo de 2011
DIRECCIÓN: http://www.nacion.com/2011-03-13/AldeaGlobal/NotasSecundarias/AldeaGlobal2709892.aspx
AUTOR: Andrea Solano B. | This e-mail address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it

El cantón de Turrialba, en Cartago, se alista para recibir a miles de espectadores que disfrutarán del Festival Nacional de las Artes 2011, del 18 al 27 de marzo.

Pero existen otros “anfitriones”, de metal, madera y concreto, cuyas centenarias estructuras también darán la bienvenida a los visitantes para llevarlos de viaje por importantes episodios de nuestro pasado arquitectónico.

En el marco del Festival Nacional de las Artes 2011 (FNA), un equipo de La Nación hizo un recorrido por seis edificios patrimoniales ubicados en Turrialba, una de las sedes del Festival, para comprobar el estado de conservación de dichos inmuebles.

El recorrido fue guiado por la arquitecta Sandra Quirós, directora del Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura.

Esta institución realiza visitas periódicas a los edificios con declaratoria patrimonial en todo el país para monitorear dos aspectos fundamentales: el nivel de integridad y el estado físico.

“La integridad se refiere al porcentaje de las características arquitectónicas originales que conserva un edificio, mientras que el estado físico toma en cuenta las condiciones generales del inmueble”, comentó Quirós.

Arquitectura para la fe. La escena es digna de una tarjeta postal. El volcán Turrialba “fuma” sin reparos bajo un sol resplandeciente y sirve como telón de fondo a una pintoresca iglesia que se levanta con elegante sencillez en medio de las montañas que abrazan el distrito turrialbeño de Santa Cruz.

Construida en 1880, la iglesia de La Pastora conserva la mayoría de sus características arquitectónicas originales. “Su diseño es modesto, pero muy cuidado estéticamente. Tiene como referente estilístico el gótico, lo cual se puede observar en las torres con pináculos y los arcos ojivales. Es un edificio simétrico, pues cuenta con un eje central, que es la torre del campanario y dos torres más pequeñas a ambos lados”, explicó Quirós.

El templo se sustenta en una estructura de madera de cedro, recubierta con láminas de hierro galvanizado, y, según Quirós, dicho sistema constructivo es muy resistente a los sismos. De acuerdo con la arquitecta, la estructura principal del edificio se mantiene intacta y su nivel de integridad es de 89%.

“Se presentan algunos daños menores, que pueden ser atendidos fácilmente. Por ejemplo, la base de una de las columnas que sostienen el pórtico presenta desgaste y degradación del material causados por la humedad y el ataque de insectos, pero eso se puede reparar con un injerto de madera”, añadió.

Por su parte, el distrito de Santa Rosa aloja a la iglesia de Aquiares, construida en 1930, como parte del conjunto de edificios que integraban una extensa finca cafetalera fundada por el empresario agrícola Stanley Lindo.

La ermita se construyó para ofrecer los servicios religiosos a los trabajadores de la finca. “Esta iglesia tiene una estructura interna de madera y un forro externo en láminas de hierro galvanizado. Es un ejemplo de una tendencia arquitectónica que cobró mucha fuerza a inicios del siglo XX, principalmente en Cartago, tras la destrucción causada por el terremoto de 1910”, afirmó Quirós.

La experta detalló que ese estilo arquitectónico se caracteriza por el uso de materiales más flexibles, livianos y resistentes.

“Es una arquitectura de transición, lo cual significa que se emplean materiales modernos como el hierro galvanizado, pero que buscan imitar las texturas de materiales anteriores como la piedra o el ladrillo”. En su interior, el templo resguarda vitrales originales fabricados por la casa alemana Wilh Derix Kevelaer, así como un altar en madera y dos ángeles del escultor italiano Ferdinando Stufflesser.

Las paredes de madera exhiben bellas pinturas realizadas a mano y los mosaicos son originales.

En la fachada del edificio –el cual tiene influencia victoriana– sobresale un reloj que funciona a la perfección, a pesar de sus 80 años. Actualmente, el inmueble es propiedad de la diócesis de Cartago, pero tanto la administración como el mantenimiento corren por cuenta de la empresa Cafetalera Aquiares S. A. “El nivel de integridad de la iglesia de Aquiares es del 93%, y su estado de conservación también es óptimo”, dijo Quirós.

Inmuebles educativos en extremos opuestos

Por las aulas del edificio que albergó la escuela de Santa Cruz de Turrialba pasaron destacados poetas costarricenses como Jorge Debravo y Laureano Albán.

Sin embargo, la edificación –de influencia neoclásica y representativa de la arquitectura metálica rural de inicios del siglo XX– se encuentra en un estado de abandono y deterioro tan grave que necesita una restauración inmediata.

El inmueble fue construido en 1930 y su estructura consiste en un armazón de madera y forro de metal que asemeja el ladrillo.

Según explicó la arquitecta Sandra Quirós, directora del Centro de Patrimonio, el porcentaje de integridad del edificio es muy alto, pues conserva muchos de sus elementos originales como paredes, cielos rasos, pisos de mosaico y madera, ventanas, puertas, mobiliario e, incluso, la batería de baños.

El deterioro, causado principalmente por la humedad, pone en peligro el edificio, que hoy funciona como sede local del programa Centros Integrados de Educación para Jóvenes y Adultos (Cindea), del Ministerio de Educación Pública (MEP).

“Si no se interviene inmediatamente este edificio, se perderá irremediablemente en un plazo de dos años”, sentenció Quirós.

Según lo estipula la Ley de Patrimonio, el propietario de un inmueble patrimonial debe asumir la responsabilidad de su conservación.

“El Centro de Patrimonio se compromete a incluir este edificio en la lista que se presentará al MEP con los inmuebles patrimoniales de su propiedad que están en peligro. El Centro ofrece elaborar un estudio técnico y desarrollar una propuesta para su restauración, pero el financiamiento debe cubrirlo el MEP”, afirmó Quirós.

Un panorama muy distinto presenta la Escuela Jenaro Bonilla, en el centro de Turrialba, cuyo edificio tiene un excelente estado de conservación y mantenimiento. Fue construido entre 1936 y 1940, y sigue los lineamientos arquitectónicos del art déco. “Son diseños mucho más simplificados, basados en figuras geométricas puras como rectángulos, triángulos y círculos. La ornamentación es sobria y carece de formas orgánicas”, comentó Quirós.

El salón de actos es un magnífico ejemplo de este estilo arquitectónico. Destacan los pisos de mosaico y las butacas originales, e incluso dos enormes lámparas de hierro suspendidas del techo.

Historia turrialbeña se resguarda entre paredes

El distrito primero de Turrialba es el hogar de dos edificios patrimoniales que son testimonio del desarrollo económico de la zona durante el siglo XX.

El inmueble que hoy aloja el Museo Regional Omar Salazar Obando, de la Universidad de Costa Rica, funcionó como sede de la administración de la empresa hulera inglesa Rubber Reserve Company.

“Fue construido a principios de la década de 1940 y es un ejemplo de la arquitectura desarrollada alrededor de las compañías transnacionales. Son edificios construidos en madera y con un excelente diseño de ventilación cruzada para enfrentar la alta concentración de humedad del Caribe y las altas temperaturas”, dijo Sandra Quirós.

Otra de las edificaciones patrimoniales de gran importancia histórica es el conjunto arquitectónico de la antigua estación de ferrocarril al Atlántico.

El edificio principal –en el que funcionó la boletería y un espacio para el abordaje de pasajeros– se ve bastante abandonado y descuidado.

“Fue construido a finales del siglo XIX y su arquitectura es una versión caribeña del estilo victoriano. Está conformado por un esqueleto de madera prefabricada (pinotea) con amplios corredores cubiertos con techo de zinc y ventanales ornamentados”, explicó Quirós. El edificio es propiedad del Incofer y en una sección de este funciona actualmente una soda.

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