Inicio Patrimonio arqueológico Esferas de piedra precolombinas: información para entenderlas mejor
Esferas de piedra precolombinas: información para entenderlas mejor

Ifigenia Quintanilla, arqueóloga

Las esferas de piedra del Pacífico Sur de Costa Rica constituyen uno de los objetos más singulares del patrimonio arqueológico mundial. Desde que se documentaron los primeros ejemplares de tamaño monumental en el Delta del Diquís a finales de los años 30 del siglo pasado no han dejado de generar interés científico y admiración por la maestría de su manufactura y acabado de superficie, la abundancia de ejemplares, la variabilidad de tamaños y las llamativas conformaciones de algunos agrupamientos.

La forma de las esferas y el acabado de superficie son producto de la creatividad y el trabajo humano.
Aunque hay piedras de forma redonda en otras partes el mundo; las que hay en el Pacífico sur de
Costa Rica son resultado del trabajo escultórico indígena.

Las esferas son una de las muestras más singulares en el uso de escultura pública precolombina; formaron parte de espacios públicos en poblados con estructuras arquitectónicas elevadas mediante rellenos artificiales y fueron objetos recurrentes en determinados asentamientos durante casi un milenio (400 d.C.-1500 d.C.).

La larga tradición de su producción y uso las convierten en un elemento de continuidad cultural y de prácticas sociales compartidas en un amplio espacio geográfico. Su producción es una muestra de resolución técnica en el manejo y transformación de rocas de gran volumen en grupos sociales que no utilizaban ni la rueda, ni los animales de tiro ni herramientas de metal pero si de piedra para la talla escultórica. Evidencian formas colectivas de organización de trabajo y constituyen la muestra material de saberes, experiencia, deseos y decisiones sociales.

Las esferas no fueron elementos esporádicos en un paisaje arqueológico, sino figuras recurrentes en los espacios públicos, a veces de manera individual, otras por agrupamientos en distintos asentamientos. Fueron objetos escultóricos fuertemente relacionadas con ejercicios de poder económico (poder hacer-poder tener-poder cuidar) y político-social (poder convencer-poder organizar) en sociedades en las que el uso de imágenes de alto contenido simbólico fue muy importante.

Las esferas en su forma y tamaño denotan maestría técnica en el trabajo escultórico. Como objetos artísticos y medios de comunicación visual son únicas y marcan distancias significativas con otras formas de representaciones precolombinas de la misma época.

Esfera de 210 centímetros de diámetro y cerca de 10 toneladas. Se encuentra en las
instalaciones del Colegio de Palmar Norte. Es, junto con otras cuatro, el más claro ejemplo
de la monumentalidad de estas esculturas precolombinas. Foto Diego Matarrita.

La producción y uso de esferas no fue un elemento aislado. A lo largo de casi mil años convivieron y fueron producidas para ser usadas y vistas junto con otros objetos escultóricos en asentamientos en los que muchas veces existían plazas y espacios abiertos en los que lucían como esculturas públicas. Los grandes asentamientos llegaron a tener hasta 30 esferas; los pequeños, unos pocos ejemplares. Fueron hechas para el consumo interno, no para el intercambio; de ahí que su circulación y uso haya sido relativamente restringido.

Cuando se empezaron a usar las primeras esferas, que desde entonces ya se fabricaban en tamaños monumentales (167 cm de diámetro) y medianos (100 cm de diámetro), se estaban dando cambios socio-políticos y económicos importantes que sugieren nuevas formas de diferenciación social. Algunas sencillas aldeas empezaron a crecer en tamaño y también empezaron a tener estructuras arquitectónicas diferenciadas. Estas nuevas estructuras fueron construidas con gran esfuerzo, ya que requerían movilizar miles de metros cúbicos de tierra de relleno para elevarlas sobre el terreno, así como cientos de piedras escogidas para elaborar los muros de las mismas para que no colapsaran.

A la vez que se desarrollaba la capacidad técnica para construir elementos arquitectónicos que cambiaban el paisaje natural, había otras expresiones materiales. Algunas fueron de corta duración y de distribución restringida, como los barriles de piedra o la escultura antropomorfa o zoomorfa. Otras, como la cerámica, tuvieron mayor circulación y cambiaron más lentamente sus formas, estilos y acabados.

Las esferas de piedra no fueron los únicos objetos escultóricos
que se hicieron en tiempos precolombinos en el Sur de Costa Rica.
Había una producción muy importante de otras esculturas.
Todas ellas formaban parte de un rico y sofisticado mundo simbólico.
En la foto: escultura de ser humano con máscara de felino y
cabeza trofeo en las manos. Colección Museo Nacional de Costa Rica.

En el Pacífico Sur de Costa Rica se dio una especial producción de objetos de oro y de la aleación oro-cobre que se puede distinguir de la metalurgia de otras partes del continente por sus diseños, concentración de metal y acabados de superficie. Cuando ya las esferas tenían alrededor de 400 años de uso, apareció la metalurgia en la misma región (después del 800 d.C.). Al parecer, la tecnología fue introducida desde los territorios de los actuales países de Colombia y Panamá. Coincidentemente, en la región –especialmente en la península de Osa- existían ricos depósitos de oro que eran lavados y arrastrados por los ríos. Ambas tecnologías fueron desarrolladas conjuntamente y alcanzaron exquisitos niveles de materialización, especialmente en el Delta del Diquís.

Las sociedades indígenas que fabricaron y usaron las esferas pertenecían a los grupos de largo arraigo territorial que habitaban la región desde siglos atrás. Tanto las esferas como otros objetos estuvieron fuertemente vinculados con prácticas sociales relacionadas con el mundo simbólico local. Su uso estuvo circunscrito a la cuenca del Río Grande de Térraba y unos pocos lugares vecinos como Golfito, Uvita y la Isla del Caño. Estos lugares sólo son un segmento del extenso territorio que abarcó la región arqueológica Gran Chiriquí, lo que indica que había diferencias importantes en la producción y uso de elementos simbólicos a nivel local, a pesar de que otros elementos eran compartidos.

Después de casi un milenio de estar vigentes en el Pacífico Sur, en lo que ahora se denomina como "tiempos precolombinos", pasó un período cercano a los 430 años (de la conquista a finales de la década de 1930) en los que las esferas y otros materiales asociados estuvieron invisibilizados y "fuera de uso". En el siglo XVI se produjo el abandono de los asentamientos y la desestructuración general del mundo indígena por la colonización española. A esto se unió la densa cobertura vegetal y la sedimentación depositada sobre asentamientos abandonados antes y después de la conquista. Además, el escaso poblamiento de la región en el período colonial convirtió a buena parte del territorio en tierra de nadie. No fue hasta que se inició un nuevo proceso de colonización a principios del siglo XX cuando estos objetos volvieron a figurar en un nuevo contexto histórico, social y económico.

Con la llegada de la Compañía Bananera de Costa Rica –el nombre para Costa Rica de la transnacional United Fruit Company– y con la migración de oleadas de campesinos y obreros desde el Valle Central y desde otras partes del país y de Centroamérica hacia el sureste cientos de esferas, junto con otra gran cantidad de objetos arqueológicos iniciaron un camino de integración a la actual sociedad costarricense. Este camino estuvo caracterizado por el expolio, la extracción sin control de sus lugares originarios y por un nuevo valor social y económico como mercancía y como objeto de colección.

Gran parte de las esferas fueron movidas y trasladadas fuera de la región y se convirtieron en adornos y objetos de distinción para una pequeña parte de la población acaudalada. Asimismo pasaron a ser objeto de exhibición en instituciones públicas y privadas. Junto con esta adquisición de nuevo sentido social, se produjo la destrucción sistemática de sus contextos originarios y la dispersión de la cultura material asociada a ellas.

Sólo a principios de la década de 1990 el estado costarricense empezó a tener incidencia en la investigación, conservación, protección y gestión de las esferas precolombinas. Desde entonces se han venido haciendo distintas acciones que han llevado a la toma de conciencia sobre la particularidad de estos objetos y de los sitios arqueológicos a los que están asociadas y el privilegio y responsabilidad colectiva que conllevaba su presencia en el territorio costarricense.

Este cambio de actitud ha estado fuertemente vinculado con el aumento de investigaciones, con los inventarios arqueológicos y con nuevas maneras de entender las sociedades precolombinas del sur de Centroamérica, que ya no eran meros puentes culturales entre las "áreas nucleares" del continente americano (puente entre Mesoamérica y las culturas andinas o sudamericanas), sino focos de desarrollo autóctono con formas sociales, económicas y políticas propias y con manifestaciones materiales locales, aunque también vinculadas con áreas vecinas.

FUENTE: Drama de las Esferas
FECHA: Lunes 30 de abril de 2012
DIRECCIÓN: http://dramadelasesferas.wordpress.com/2012/04/30/esferas-de-piedra-precolombinas-su-valor-patrimonial/
AUTOR: Ifigenia Quintanilla, arqueóloga | This e-mail address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it

*