El boyeo y la carreta |
La tradicional carreta de bueyes es el tipo de artesanía más famoso de Costa Rica. Desde mediados del siglo XIX, las carretas de bueyes eran utilizadas para transportar el grano de café desde el valle central de Costa Rica, en las montañas, a Puntarenas, en la costa del Pacífico. Un viaje requería de 10 a 15 días. Las carretas de bueyes tenían ruedas sin radios, un híbrido entre el disco usado por los aztecas y la rueda de radios introducida por los españoles, para avanzar en medio del fango sin atascarse. En muchos casos, las carretas de bueyes eran el único medio de transporte de una familia y simbolizaban su estatuto social. La tradición de pintar y engalanar las carretas comenzó a principios del siglo XX. Originalmente, cada región de Costa Rica tenía su propio diseño, lo que permitía identificar el origen del boyero por los motivos pintados en las ruedas. A principios del siglo XX, flores, rostros y paisajes en miniatura empezaron aparecer al lado de los motivos que representaban estrellas puntiagudas. Se organizaron concursos anuales para premiar a los artistas más creativos, costumbre que aún perdura hoy día. Cada carreta de bueyes se fabrica para producir su propio “canto”, un carillón único producido por un anillo del metal que golpea el cubo de la rueda cuando la carreta traquetea por los caminos. Cuando las carretas de bueyes se convirtieron en motivo de orgullo individual, se las construía con mayor cuidado, seleccionando las maderas de mejor calidad para producir los mejores sonidos. Las carretas variopintas y ricamente engalanadas de hoy se parecen poco a los vehículos originales rectangulares, con un cuadro de caña y toscamente labrados y cubiertos de cuero sin curtir. En la mayoría de las regiones de Costa Rica, los camiones y los trenes han substituido a las carretas como principal medio de transporte, pero éstas siguen siendo símbolos fuertes del pasado rural del país, y aún ocupan un lugar importante en los desfiles y las celebraciones religiosas y profanas. Al convertirse la mayoría de las carretas en un medio de transporte obsoleto, se ha reducido la demanda de carretas, y por tanto también ha disminuido en las últimas décadas el número de artesanos que dominan la técnica para fabricarlas y decorarlas. El objetivo del proyecto de salvaguardia es contribuir a revitalizar y preservar la tradición del boyeo y las carretas en Costa Rica mediante la educación y las actividades de sensibilización, dar poder a los boyeros y a las organizaciones de artesanos y elaborar un inventario de las actividades de investigación. Se establecerá una red nacional para salvaguardar y revitalizar la tradición y se organizarán talleres de formación sobre la gestión cultural y la gestión de recursos para los miembros de las organizaciones de boyeros y los artesanos. Se creará un inventario digital que contenga las diversas expresiones de la tradición de las carretas y un manual práctico que describa los procesos técnicos y artísticos que intervienen en la fabricación y la ornamentación de las carretas. Un objetivo del proyecto consiste en dar realce a las capacidades de los boyeros y de las organizaciones de artesanos para proponer y manejar las actuales y futuras actividades de salvaguardia en cooperación con el gobierno, la sociedad civil y el sector privado. Además, el plan propone sensibilizar al público acerca de la importancia de esta tradición. La UNESCO declaró en el año 2005 "La tradición del boyeo y las carretas" como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad
El Boyeo Los campesinos costarricenses, al mando de su carreta y junto a sus fieles bueyes, han ejercido el oficio del boyeo por generaciones. Un oficio aprendido desde pequeños, junto a su familia. Son los hombres, principalmente, quienes heredan la tradición del boyeo, sin embargo, las mujeres siempre han participado de la tradición y en los últimos años han asumido un liderazgo importante. Al igual que el boyero, los bueyes desde jóvenes reciben su educación, una tarea laboriosa que requiere de varios años. Aprenden a llevar la carga del yugo y la carreta, y su temperamento es modelado para recibir con sumisión las instrucciones del boyero. Los estímulos del chuzo y las órdenes del amo, que con el diario convivir se envuelven en gestos de cariño, confianza y obediencia, facilitan la labor. El chuzo permite establecer jerarquías, pero no se utiliza para agredir al animal. Arar el campo o hacer girar las muelas del trapiche. Transportar leña, caña dulce, maíz y otros productos. Llevar el café al puerto para intercambiarlo por sal y algunos granos. Trasladar a los enfermos, brindar el servicio de fletes o ir de paseo. Estas han sido algunas de las funciones que boyero, bueyes y carreta, han permitido en Costa Rica. Todo este cúmulo de conocimientos y habilidades, intangibles e imperceptibles pero arraigados en la memoria, han contribuido, en alguna medida, a la definición de la identidad costarricense.
La Carreta Originaria de España, la carreta costarricense llegó al país en el siglo XVI y en la actualidad es el producto de una serie de adaptaciones a la geografía local. La “cureña” fue un tipo de carreta muy sencilla, hecha de troncos, palos y cañas, utilizada para el transporte de madera, con una base triangular. Otra variación se dio en Guanacaste, en donde la carreta se ha utilizado comúnmente sin pintar. En el Valle Central se afinó en términos estructurales y estéticos. Con el objetivo de sobrellevar la carga del café hasta el puerto, sus diversas partes se modificaron para obtener una carreta más fuerte y liviana. La rueda también tuvo sus cambios. En un principio estaba conformada de radios (varillas que unían el eje con el aro de la rueda) o en una sola pieza. Luego se implementó la rueda de tres partes de madera. Posteriormente, este diseño se mejoró a uno realizado con dieciséis cuñas, ajustadas por un aro de hierro. El llamado “cantar de la carreta” es un sonido emitido por su bocina y su eje. Este armonioso sonido especial en cada carreta, distinguía al dueño y alertaba a los conocidos a su llegada. Era igual de importante que el decorado, a la hora de escoger una carreta. Y ha inspirado a escritores y poetas, a lo largo del tiempo. A principios del siglo XX, los colores adquirieron un lugar primordial. Diseños y pinturas dieron vida al estilo decorativo que aún vemos. Característica del Valle Central, la pintura en las carretas se ha inspirado en el medio ambiente y respondió a la necesidad de resaltar y enaltecer el vehículo que había apoyado al desarrollo del país. Fue cuando la carreta se vio desplazada por otros medios de transporte, que se sintió la necesidad de decorarla. Cartago, Alajuela, Heredia y San José son las provincias que han acunado esta tradición. Los artesanos han heredado el arte de la fabricación de carretas por generaciones y dieron un estilo particular al decorado según su localidad. Sin embargo, en muchos de estos lugares, los cambios tecnológicos han provocado la desaparición de esta práctica. *
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